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Una joya escondida

El proyecto

El mosaico Nolla, producido en la fábrica de Miguel Nolla en Meliana (Valencia) entre 1860 y 1920, es un pavimento decorativo tan singular como icónico. En la actualidad diseñadores y arquitectos están tratando de recuperarlo y reivindicar el valor artístico de estas hermosas piezas, a pesar de que fue olvidado durante décadas.

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En profundidad

Cuando visitamos el apartamento por primera vez, si algo nos cautivó fueron sus suelos, y a pesar de que en la mayor parte de la casa estaban perfectamente conservados a pesar del tiempo transcurrido (la vivienda es de 1922), tuvimos claro que en aquellas partes donde el suelo estaba deteriorado, íbamos a recuperarlo. Alfonso Braquehais, el arquitecto que está al frente de la reforma, tampoco lo dudó, y contar con Genaysa como empresa constructora ha sido un acierto, ya que con anterioridad han realizado la recuperación del mosaico Nolla en otros apartamentos de este maravilloso edificio histórico protegido en el que se encuentra la vivienda, “Las Casas de Félix Sáenz”, sito en el Paseo de Reding de Málaga, y del que os hemos hablado con detalle en un anterior post.

El mosaico Nolla es un tipo de pavimento muy apreciado pero a su vez poco conocido. Se confunde con el suelo hidráulico, pero las diferencias son notables. Una de las características de la cerámica Nolla es que su superficie es mate, lo cual hace que no refleje y que el dibujo del mosaico siempre se perciba perfectamente. La superficie del hidráulico se pule con el desgaste y acaba brillando más.

La fábrica ocupa una edificación levantada en torno a una antigua alquería que el empresario Miguel Nolla utilizaba para exponer sus productos. Para sus mosaicos Nolla se inspiró en Minton, una conocida casa inglesa que trabajaba una cerámica producida de manera industrial, así como piezas geométricas de colores para componer mosaicos. Miguel Molla mejoró la calidad del material y contrató a un equipo creativo para realizar los diseños. Su fabricación y su instalación era muy laboriosa, y eran necesarias muchas obras de trabajo que debía ser realizada por técnicos muy especializados conocidos como “los mosaiqueros” que se encargaban de su minuciosa colocación durante horas. Un metro cuadrado de Mosaico Nolla podía incluir unas 600 piezas.

Nolla soñaba con darle a los suelos la misma importancia que a los techos o a los cuadros, y que fueran considerados obras de arte. Esto provocó que los mosaicos fuesen un producto caro y solo se lo podía permitir la alta sociedad de la época. Tener mosaicos Nolla era un símbolo de distinción para los propietarios de las viviendas. Cuanto más pequeña era la pieza y más elaborada era la composición geométrica, más prestigio tenía la vivienda. El paso del tiempo ha convertido sus alfombras cerámicas en joyas históricas. La fábrica llegó a tener 500 trabajadores y estuvo funcionando hasta 1920, cuando cambió de manos y se especializó en otros productos.

Las piezas de Nolla tienen por detrás un timbrado de la empresa, una fecha y un código de producto que permite identificarlas. Para corroborar su autenticidad, Xavier Laumain creó en 2015 junto con otros especialistas el Centro de la Cerámica Nolla (CIDCeN), donde también dan asesoramiento sobre cómo cuidar y recuperar las piezas.

En Valencia existen numerosas posibilidades de descubrir las cualidades del Mosaico Nolla. El Ayuntamiento, el Teatro Principal, el edificio de Correos, el Palacio de la Exposición, el Mercado Central y numerosas fachadas de viviendas del barrio del Cabanyal exhiben esta joya cerámica.
En Barcelona, Antonio Gaudí se rindió a la delicadeza de estas piezas, que pueden verse en la Casa Batlló. También en la Casa Burés de la capital Condal, en el Palacio de la Magdalena de Santander y en la capilla de San Francisco de la Iglesia de Santa Ana de Triana. En Madrid, el Palacio de Villagonzalo y el Palacio de Fernán Núñez lucen estas composiciones cerámicas.

La Catedral de Buenos Aires, viviendas de París y el metro de Moscú forman parte del universo Nolla, al igual que otros espacios de Portugal, Uruguay, Chile, y Cuba.

La artesanía es el nuevo lujo. Nolla, el lujo de lo hecho a mano.

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